
Pareciera que cada vez nos volvemos más incapaces de sostener relaciones estables, y solemos justificar esa incapacidad diciendo que nos gusta experimentar la novedad, que nuestro espíritu es muy libre y se siente asfixiado cuando estamos mucho tiempo en lo mismo, o que nos encanta el sentirnos siempre libres para no asumir los riesgos que conllevan las relaciones amorosas en todas sus variantes. Como si una cosa fuera incompatible con la otra. Una relación estable es la oportunidad perfecta para explorar el mundo del amoren su belleza y diversidad, pero somos cobardes para asumirlo y preferimos andar de relación en relación, probando a medias y sin tener ocasión de generar con alguien la suficiente confianza como para experimentar cosas realmente nuevas y no lo mismo de siempre, sólo que con una persona distinta cada vez. Debemos ser capaces de afrontar los riesgos que involucra una relación verdadera, ya que sólo así estaremos abriendo la puerta al encuentro con ese alguien que tanto hemos añorado…
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